Hola a todos, seguidores y seguidoras del afamado grupo "Los Pitillo".
Se acabó el tiempo en ke Los Pitillo dolo eran conocidos por familiares, amigos y unas pocas personas ke habían tenido la suerte de encontrarse con una de sus inesperadas actuaciones sorpresa. Por fin Los Pitillo dieron el salto al mundo de la farándula. Aviso, la crónica será larga, así ke preparen ustedes termos de café, pastas varias, bartolillos y todo lo ke requieran para adentrarse en un maravilloso fin de semana de folklore, mundo rural y pantagruélicos banquetes.
Viernes 12 de Agosto de 2003. Bar "Piñita Oss".
Tras el consabido ensayo final, la visita a Marco en "Los Amigos" y la visita relampago al desmejorado "Pintado", Los Pitillo velaron armas en su sede social, confiando al ilustre Pedro "el canario" sus inquietudes por la inminente actuación.
Sabado 13 de Agosto de 2003.
Madrugar, cosa poco habitual en los fines de semana de Los Pitillo. A las 10:00 de la mañana y tras reponer fuerzas en la sede, Los Pitillo se embarcan en una aventura sin precedentes. Mantener vivas, sobre los solidos cimientos de sus melodías, las fiestas de un pueblo ke agoniza (agonizaba, después de estas fiestas). En Burgos, la tierra ke los vio nacer, recogen al Piojo Pitillo, ke, a pesar de su insignificancia, demostró ser uno de los mejores intérpretes de chirimía ke un servidor ha escuchado. Tras parar en Belorado a saludar a un gran amigo del grupo y ya puestos, a disfrutar de las viandas de la ke llaman La Riojilla, los Pitillo ponen rumbo a la tierra ke los verá confirmarse como artistas, La Rioja. Con el buen augurio ke supone la clasificación de la selección española para la final del europeo, el grupo se encamina hacia San MArtín de Jubera, pueblo del ilustre empresario Don Félix Galilea. El trayecto, complicado: carreteras, pistas, caminos, sendas.... pero nada puede con el inkebrantable empeño ke los Pitillo ponen cuando se comprometen con alguien.
A las 20:30, y con la suficiente madurez artística para saber hacerse esperar, los Pitillo llegan por fin a San Martín, donde son recibidos con vítores y aplausos. Tras conocer el mausoleo donde serían alojados, el grupo se pone inmediatamente, y sin reponer fuerzas tras el agotador viaje, a hacer lo ke mejor sabe hacer, esto es, música. Tras el baile de tarde, siempre hay sitio para el buen yantar. Productos de la tierra: inimitables chorizos, suavísimas chuletillas, los afamados pimientos de San Martín.... todo regado con generosos caldos de La Rioja, por supuesto. De postre, dulcísimas peras y dulces caseros parecían estar anticipando el dulzor de la dulzaina. Lo primero, dar gusto al gusto, ya se encargarían más tarde Los Pitillo de dar gusto al oído. No faltó el café, el pacharán y la faria, y acto seguido, y ante la insistencia del respetable, dio comienzo la verbena. Pasodobles, vals, jotas, congas... una actuación memorable. Las gentes del lugar participaron activamente en la actuación (mención especial para Jesús, Jesús Ángel y la Bego por sus colaboraciones casi "a capella"), y como ya se había observado con anterioridad, se confirmaron las propiedades curativas de la música de Los Pitillo. Don Perico (perdón si era Federico), único habitante varón del pueblo, al escuchar las suaves melodías que a algunos nos resultan tan habituales, soltó el bastón (ke hacía 10 años se había convertido en su compañero inseparable) y empezó a acompañar a la orquesta con frenéticos movimientos más propios de un chaval de 15 años ke de un hombre de su edad. Se había producido el milagro. Por siempre estará en nuestra memoria este hombre entrañable, que con su empeño de vivir donde siempre ha vivido, en el pueblo, ha hecho posible la confirmación de los Pitillo como un grupo todo terreno.
Tras casi dos horas de verbena y con el repertorio próximo a agotarse, concluye la verbena y todo el pueblo se dirige al Bar, donde, envueltos en una nube de olores no del todo desagradables, se organiza una inesperada Jam Sesion, en la ke, con más o menos éxito, los habitantes de San Martín demuestran sus habilidades musicales (otra vez mencionar a Jesús Ángel, qué bombo...). Tras la Jam, Ismael Pitillo y Carol se descubren como un grandes malabaristas, y otro número se une a la ya larga lista de habilidades del grupo. Isma, a la vez ke monta en bici dando vueltas a la plaza, marca graciosamente el ritmo de un pasacalles (correcalles, tal vez) ke no será fácilmente olvidado por los ke tuvieron la fortuna de presenciarlo. Carol hacía lo mismo... pero con las castañuelas!!!. A las 4:00 de la madrugada Los Pitillo, agotados tras más de 4 horas de actuación, se retiran pensando ya en el Pasacalles programado para el día siguiente. Las pulgas, en la casona de los músicos, se relamen porque por fin llega la hora de su gran festín....
Dentro de un rato seguimos con el día grande. Perdón por ser tan pesado, un saludo.
Diego Pitillo, dulzainero de "Los Pitillo".