Ortegalia, el festival do Mondo Celta
Hola amiguitos, cuanto tiempo...
Recién llegados de tierras celtas, os voy a contar la historia de unos valerosos juglares ke, sin más armas ke sus instrumentos, sus carros y sus viandas, se ganaron el corazón de aquellas maravillosas gentes, hombres, y sobre todo mujeres, ke habitan las regiones noroccidentales de Iberia, la Galicia Celta.
Todo comenzó cuando, el 9 de Julio de 2004 de Nuestro Señor, unos reputados juglares partieron hacia cerca del Fin de la Tierra, a una villa llamada Ortigueira, donde, desde cuando me alcanza la memoria, se celebra una reunión de juglares venidos de los más recónditos del Orbe, EL FESTIVAL DO MUNDO CELTA. Habréis adivinado ya el nombre de estos músicos de postín, sí, sí, Los Pitillo.
Componían la caravana, y lo diré en verso:
- Perico y su trikitixa, ke me cago, daros prisa!
- María, su compañera, con el vino de Cigales, nos lleva de borrachera.
- El señor Javi Romero, que al contrario que su hermano, va toavía al peluquero.
- El gran e ilustre Piojo, que de tanto ir al servicio, se le ha puesto rojo el ojo (del culo)
- Ismael alias el "cuco", con su Beatleaino pelo, aunque ese mote tan chulo, ya se lo puso Carmelo. (el americano, para más datos)
- Y Diego Pitillo Pitillo, el que siempre duerme al Sol, se le posan las palomas, ganandose su corazón.
Ya vais comprobando ke la historieta va a se larga de cojones...
Pues bueno, salieron el Viernes de Magerit, un pueblo de la gran Castilla, y enfilaron los carros rumbo al norte (Perico, con su don de gentes, partió antes, para ir buscando posada en casa de algún lugareño). El viaje, penoso, un atasco de ovejas que salen de sus trabajos a olvidarse de que el lunes empieza el infierno (los Pitillo, en cambio, gozaban de privilegios que les iban a permitir kedarse durante 9 días en aquellas tierras de ensueño). En 8 horas se plantaron en la villa gallega, aparcaron su carro, cogieron lo necesario (siempre con una duda en la cabeza, ¿volveremos al carro hasta el lunes?), se pertrecharon de sus instrumentos, y partieron al fin a Ortegalia, el festival do mundo celta. Llegaron y encontraron a Perico (que cual Fénix del Equipo A), ya había encontrado sitio donde reposar nuestros cansados cuerpos... algún día. Los conciertos, destacar a Kila, un grupo de saltimbanquis y juglares irlaneses, que hicieron ke algún integrante de Los Pitillo derramara más de una lágrima. Luego, una fuerza sobrenatural empujo a los Pitillo a descorchar su instrumentos y deleitar a los ¡más de cienmil asistentes! ke asistían es año a Ortegalia. Desde ahí, un no parar, les invitaban en cada taberna, les saludaban las gallegas, coreando con ese acento ke parece música, ¡LOS PITILLO!, ¡OTRA, OTRA!... hasta que Lorenzo les hizo darse cuenta ke el día siguiente iba a ser más duro ke el anterior.
Y llegó el Sábado, y aún bajo los efectos de aquellas dulcísmas voces, se dieron cuenta ke estaban todos desperdigados. El Piojo, disfrutando de una de esas bellas mancebas, la fina Fina. Javi, encontró viejos conocidos de otras andanzas, y andaban charrando de pasadas aventuras. Diego, aprovechando las pocas horas de Sol ke se dan por esas Tierras. Y Perico y María, disfrutando de los últimos momentos de intimidad. Ah! se me olvidaba Ismael, este andaba todavía disfrutando de los conciertos de los aprendices a juglares, en el escenario Runas, que distaba unos kilómetros de la plaza de Ortegalia.
Y se juntaron todos, y disfrutaron una vez más de afamados músicos, unos venidos de allende los mares de Québec, y los míticos Chieftains, que dejaron claro, ke en mundo celta hay que renovarse, o morir. Y otra vez sonaron dulzainas, y encontraron viejos amigos, Xuxo el gaiteiro bebedor, More el gaitero sevillano, Teresa, Riki Pitillo (ya no nos haces mucho caso, y nosotros, te queremos), y un largo etcétera de caras conocidas a las ke se sumaban los cientos de Ortigalenses ke se acordaban de la memorable actuación, cuando, siendo todavía aprendices, dieron una lección de “saber estar” cuando fueron impulsados por las musas a participar en el desfile de gaitas del año pasado (ver foto más abajo).
Y entre pitos y gaitas llegó el domingo, y cada uno a lo suyo, Diego, otra racioncita de Sol, durmiendo los ke podían o les dejaban, en fin, viviendo la vida. Y más Folk, y más amigos, y al final, todos juntos y en armonía se volvieron, de pasacalles, por supuesto, a pisar, algunos por primera vez, las lindas tierras que el gentilhombre José, el encargado de las ambulancias, les cedió tal como hiciera el año pasado.
Y me parece ke por hoy va a ser suficiente, aunque no desesperéis, ke pronto, más pronto de lo ke os imagináis, volveremos con las aventuras ke siguieron a Ortegalia, el festival do mondo celta.
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