Hacia la actuación final (y II)
Diego, por fin, termina la crónica de las aventuras gallegas.
Hace ya bastante tiempo ke no os frecuento, pitillomaníacos…
Habíamos dejado la crónica de Ortegalia en la Illa de Arousa, camino del Jalaiko Rock, en Aguiño, tierra incrustada en el mar, espigón de vicios y perversión…
Allí ke se plantaron nuestros ilustres protagonistas (recordad que solo kedaban Piojo, Isma, Eva y Diego), por la mañanita, con el Sol pegando a todo trapo. Ese día, 15 de Julio, era el aniversario del más grande (de corazón) de los Pitillo, y como un aunténtico caballero, convidó a sus compañeros de viaje a una pantagruélica comida, como no, con productos de la Tierra. Tras los consabidos café y copa deciden bañarse en aquelas trankilas aguas. La conciencia los remordía, no habían desenfundado sus instrumentos desde el cónclave de Ortegalia. Tras una rápida asamblea, y cediendo a los deseos del homenajeado Piojo, homenajearon a los habitantes de Aguiño con un precioso pasacalles por paseo marítimo, playa y aledaños. La gente, emocionada, aplaudía y chapuscaba al son de la música de los Pitillo. Y no podía ser de otra manera, en pleno éxtasis, con el Piojo a la caja, Eva y Diego a las Dulzainas e Isma al bombo, don Xuxo, músico del afamado combo “A Compañía do Ruido”, muy conocido por organizar eventos a los ke no asiste, propuso un trato a Los Pitillo. Con lágrimas en los ojos, ofreció a los Pitillo un contrato ke no podían rechazar. A saber: birra, cena y ducha caliente, cama de verdad y, sobre todo alegrar el corazón de unos pobres galleguiños/as ke empezaban al día siguiente las fiestas de su aldea marítima, Riveira (con v). Aceptaron gustosos, y prestos fueron a celebrarlo, además. Se acercaba el Jalaiko rock. Unos calimochos y unas hamburguesas y empezaron a sonar los acordes de Jetes Band, grupo ke rememoró las canciones mas jevis del jevi internacional. Luego, los Forraje (a ver si contratamos otro técnico de sonido). Y, como plato fuerte, Boikot, en un recinto donde las rachas de viento alcanzaban los 2000 km/h, y con unas energías renovadas ke hicieron a Los Pitillo bailar hasta el último bis, incluso más allá del último bis, cuando deleitaron otra vez a los Aguiñeses con un concierto de cámara (con platillos) que hizo disfrutar a los más trasnochadores. Tras una cena ligera entre bromas, a la cama (o coche, o suelo, como prefieran los lectores).
Amaneció el viernes con tragedia. Piojo Pitillo, a punto de ser atropellado por el carromato pitillo (casi se keda en los 25). Los ánimos, bastante decaídos. Solo un impulso para no volverse a casa, la actuación. Tras reponer fuerzas en Riveira (con v) y descansar un poco los huesos en los parkes del paseo marítimo, recibieron la llamada esperada. Xuxo informaba donde estaban la posada, la cena y el pasacalles prometidos. Raudos se personaron en la posada, y, tras ducha y trucha, y ya con sus mejores galas, Los Pitillo se acercaron al restaurant donde se llevaría a cabo la cena. Plato combinado de la mejor calidad y problemas al pagar la cuenta. Xuxo no aparecía, pero los Pitillo, no dispuestos a defraudar a los riverienses, empezaron a descargar toda una serie de pasacalles, jotas, reboladas… que hicieron las delicias de miembros de la peña y turistas. Una hora (tres cervezas), dos horas (otras tres), tres horas… Sones y ritmos castellanos se mezclaron con tonadas galegas hasta ke llegaron al recinto ferial. Una vez allí, Los Pitillo creían haber caído muertos en la Yihad, y como merecido premio, se encontraban rodeados de huríes, preciosas vírgenes ke no cesaban de conceder gustosas todos sus deseos: las copas y cervezas, gratis, gran música, y la posibilidad de tocar en cualquier momento… Pero a veces (pocas), la responsabilidad puede más ke las hormonas, y acuciados por el largo viaje de vuelta a casa, dejaron la fiesta para decansar en la prometida posada, con su cama prometida, 6 días después de empezar esta gran aventura. Solo Piojo miraba atrás refunfuñando, dispuesto a remover mares y montañas con tal de volver el año próximo a aquel paraíso.
Tras el merecido descanso, los Pitillo amanecieron con renovada energía, y, tras comprar vituallas para las amistades, tomaron rumbo a casa, con escala en Benavente, donde hordas de seguidoras les esperaban para disfrutar de su tan preciada compañía.
Bueno majos, la próxima “Los PINTillos in Ireland”
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